Comunidad La Esperanza a oscuras y en el abandono

Desde hace más de 10 años las familias de esta comunidad indígena perdieron la esperanza de contar con alumbrado público.

Esta pequeña comunidad del sector 57 de Valle Morichal, en las afueras de la ciudad de Puerto Ayacucho, lleva más de 10 años sin alumbrado público, ninguno de los bombillos de los postes funciona.

Cuando cae la noche, las calles de la comunidad quedan en total oscuridad, y con el pasar de los años se han ido incrementando los robos y hurtos, así como el consumo de sustancias estupefacientes con la oscuridad como cómplice.

Esta misma delincuencia apagó la luz del pre-escolar de la comunidad. El Centro de Educación Inicial “Don Antonio Tividor”, no tiene electricidad porque le robaron los cables hace un par de meses. Sus autoridades han hecho el llamado a CORPOELEC, sin recibir ninguna respuesta.

El transporte público brilla por su ausencia, tienen más de un año sin el servicio de la empresa estatal de transporte público TransAmazonas, que antes cubría la ruta de todo el sector 57 hasta llegar a la comunidad.

Ahora tienen que caminar más de cuarenta y cinco minutos, solo para llegar a la vía donde pasa el transporte. Cuando alguien se enferma, tiene que recorrer a pie todo el camino hasta el mercado Agustín Moreno para poder coger transporte hacia el hospital o el CDI. En lo que va de año, dos adultos mayores murieron por la falta de transporte para trasladarlos a un centro asistencial.

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La Esperanza se agota todos los días en esta comunidad cuando sus habitantes salen a buscar en el vertedero de basura su sustento diario, viviendo del reciclaje de desechos en condiciones infrahumanas y expuestos a todo tipo de enfermedades. Salen desde la mañana y regresan por las tardes, mientras otros pernoctan allí de forma semi-permanente.

A raíz de la profunda crisis, más de 20 familias del sector migraron hacia Colombia, a sectores como Puerto Inírida, Cumaribo y Puerto Carreño. El único capital con que cuentan para su partida es lo poco que logran conseguir tras demoler sus casas para vender el techo, las correas y las vigas.

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